Te juro que pensé que París iba a ser puro glamour —me dijo mientras sacaba un pintalabios medio derretido de su bolso.
—¿Y? ¿No lo es?
—Glamour mis narices. Hoy casi me caigo de una bicicleta eléctrica porque un tipo me gritó “bonjour, madame” como si fuera Tinder
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